Joxemari AIERDI

Hace un hábil esfuerzo de prestidigitación el concejal pamplonés de Urbanismo, Juan José Echeverría, cuando en su artículo publicado hace unos días en estas mismas páginas habla únicamente de ‘su’ política de vivienda, haciendo desaparecer la ‘otra’ política de vivienda. Su política, esa que consiste en vender más ladrillo con viviendas de promoción privada, libres o protegidas, aunque éstas últimas con fecha de caducidad porque, a la postre, pasaban al mercado libre -al menos hasta que cambiamos la ley el pasado año- cuando se descalificaban al cabo de un determinado período para que, aparte de las subvenciones, pudiera haber negocio por partida doble con
revalorizaciones y plusvalías. Esa política que desatiende la movilización de la vivienda deshabitada al primar el derecho al activo de inversión aunque el piso permanezca vacío. O esa política de vivienda que consiste en subastar parcelas públicas municipales para dejar el negocio exclusivamente en manos privadas y hagan juego, señores. Y así ha sido el panorama de la vivienda en España – renuncia a las políticas públicas y traslado de toda la iniciativa al sector privado, en sentido contrario a lo que se venía practicando en Europa- durante seis décadas, desde que aquel célebre ministro falangista José Luis Arrese -corellano de adopción- proclamara aquello de que «queremos un pais de propietarios y no de proletarios».

Pues bien. Resulta que había otra política de vivienda posible, claro. «Progre», la llama Echeverría, vale, pero no se trata sólo de etiquetas, sino también de hechos. Son las políticas que la Comunidad Foral de Navarra lleva ocho años desarrollando con un nuevo enfoque, que gira la mirada hacia el derecho a la vivienda, que antepone su función social y su valor de uso frente a su consideración como un mero activo financiero o de inversión. Una política que reactiva la promoción pública y prima la vivienda de alquiler asequible como respuesta al derecho a la vivienda, que no necesariamente ala propiedad de la misma. Que declara indefinida la calificación protegida para evitar la
especulación. O que apuesta por la rehabilitación y la regeneración urbana en la ciudad consolidada en los barrios históricos frente al diseño de grandes expansiones urbanísticas en la periferia. Una política alternativa, en definitiva, que se ha ido desarrollando en tres sucesivas leyes forales de vivienda que hemos aprobado en Navarra – en 2016, 2018 y 2022- en toda una estrategia de fortalecimiento del parque público de vivienda o el sistema público de alquiler asequible. Esa misma senda «progre» iniciada en Navarra por la que, por cierto, también quiere caminar ahora el Gobierno central, con su primera ley estatal de vivienda.

las políticas que la Comunidad Foral de Navarra lleva ocho años desarrollando con un nuevo enfoque, que gira la mirada hacia el derecho a la vivienda, que antepone su función social y su valor de uso frente a su consideración como un mero activo financiero o de inversión. Una política que reactiva la promoción pública y prima la vivienda de alquiler asequible como respuesta al derecho a la vivienda, que no necesariamente ala propiedad de la misma. Que declara indefinida la calificación protegida para evitar la
especulación. O que apuesta por la rehabilitación y la regeneración urbana en la ciudad consolidada en los barrios históricos frente al diseño de grandes expansiones urbanísticas en la periferia. Una política alternativa, en definitiva, que se ha ido desarrollando en tres sucesivas leyes forales de vivienda que hemos aprobado en Navarra – en 2016, 2018 y 2022- en toda una estrategia de fortalecimiento del parque público de vivienda o el sistema público de alquiler asequible.

El debate, por tanto, no es sólo cuántos miles de viviendas se promueven, sino cómo se promueven y con qué propósito. Dice el concejal Echeverría que se construyeron miles de viviendas bajo los gobiernos de UPN. Sí, hasta ahí es obvio. Lo que no dice es que fue a costa de renunciar a la promoción del parque público de alquiler, estancado hasta 2017. Tampoco dice que durante esos 30 años se perdieron un total de 18.645 viviendas protegidas -más de 600 al año- porque se descalificaron y pasaron al mercado libre. Habla también el concejal pamplonés de «saldos que retratan». Pues bien, hagamos las cuentas de la acción pública, no sólo la de promotores privados: la reactivación del ecosistema público de vivienda de alquiler, por distintas vías (duplicando la oferta pública de vivienda, concediendo ayudas a jóvenes y familias inquilinas en los programas EmanZipa y David, movilizando vivienda vacía a través de las cesiones a la Bolsa de Nasuvinsa o promoviendo vivienda pública en suelos municipales, en colaboración con las entidades locales, a excepción del Ayuntamiento de Pamplona, que se autoexcluyó), ha generado durante estos últimos años (2015-2023) un total de 7.339 viviendas de alquiler a asequible frente a las 769 viviendas que se generaron en los ocho años anteriores (2007-2015), diez veces menos. Por eso precisamente se ha incrementado el censo de solicitantes y esperemos siga creciendo; porque la acción pública estimula y hace aflorar la demanda y no se solicita lo que no existe (cuando no había oferta pública). Claro que anteriormente se construían viviendas, pero es evidente que había otras prioridades para hacerlo de otra manera y con arreglo a otros intereses.

la reactivación del ecosistema público de vivienda de alquiler, por distintas vías (duplicando la oferta pública de vivienda, concediendo ayudas a jóvenes y familias inquilinas en los programas EmanZipa y David, movilizando vivienda vacía a través de las cesiones a la Bolsa de Nasuvinsa o promoviendo vivienda pública en suelos municipales, en colaboración con las entidades locales, a excepción del Ayuntamiento de Pamplona, que se autoexcluyó), ha generado durante estos últimos años (2015-2023) un total de 7.339 viviendas de alquiler a asequible frente a las 769 viviendas que se generaron en los ocho años anteriores (2007-2015), diez veces menos.

Así pues, no se trata sólo de un cambio de modelo; son también resultados. Y no es cuestión de tener suerte o no con los ciclos económicos. Se trata de optar por un tipo de recetas u otras -todas lícitas, claro, pero diferentes y hasta contrapuestas-,con unos propósitos u otros.

 

José María Aierdi Fernández de Barrena Vicepresidente y Consejero de Ordenación del Territorio, Vivienda, Paisaje y
Proyectos Estratégicos del Gobierno de Navarra

 

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