POR RAFAEL CARIDE SIMÓN Y JOSEBA URROSOLO SISTIAGA, presos de la Vía Nanclares

Está claro que los dirigentes de la izquierda abertzale han optado por el primer planteamiento: escenificar, otra vez más, la solidaridad que un sector de la sociedad expresa respecto a los presos. Lo mismo que se viene haciendo desde hace más de treinta años con un nuevo formato. ¿Esto ayuda a que los presos vuelvan a casa? Está visto que no. Al final, lo que queda es que se han vivido unas experiencias intensas de solidaridad para los que siguen viviendo en casa y la frustración por el inevitable encarcelamiento de los jóvenes.

Mientras tanto, para que los presos vuelvan a casa no se ha hecho absolutamente nada. Solo dejar pasar el tiempo. ¿Se podría hacer algo? Por supuesto. Los últimos detenidos, por ejemplo, tienen para cumplir condenas de cinco o seis años, de las cuales ya han cumplido más de dos, por lo que podrían empezar a salir de permiso, a salir en tercer grado. Pero, de momento, no se lo van a plantear porque los comisarios políticos que controlan el Colectivo mantienen bloqueadas esas posibilidades. Así que el panorama que tienen por delante es el de cumplir íntegros los tres o cuatro años de cárcel que les quedan, algo perfectamente evitable. Esto, que parece absurdo tratándose de tres o cuatro años, es mucho más grave cuando se trata de presos que tienen largas condenas y llevan muchos años encarcelados.

Últimamente escenifican la aportación de los refugiados con una jornada de mitin, comida y concierto de música en la que como novedad se limitan a decir que van a dar pasos. ¿Qué pasos? ¿Por qué no vuelven los que legalmente pueden hacerlo si hace ya varios años se decidió que los refugiados que pudieran volvieran a casa? Escenifican como algo nuevo que el Colectivo de Presos vaya a empezar a debatir sobre los pasos a dar, cuando en realidad esos pasos ya se recogían en el Acuerdo de Gernika de hace tres años. Como si no supiéramos cómo se toman las decisiones en esos debates. Arnaldo dice que Sortu tiene que dar nuevos pasos, ¿y por qué no los da él, en la medida que puede, para desbloquear el tema de los presos?

¿Por qué los dirigentes de la izquierda abertzale no están ayudando a que los presos vuelvan a casa? Porque se están plegando ante los planteamientos del sector que se empecinó en seguir con la lucha armada hasta que no pudieron más, con las consecuencias que eso tiene ahora. Sector que ha conseguido colocarles como portavoz de Sortu a una de las comisarias políticas que ya venía ejerciendo esa labor de control en el tema de los presos. La actitud de ese sector, y sobre todo su mentalidad, está impidiendo que muchos presos y refugiados puedan estar ya en sus casas. Están impidiendo que el final de ETA, que ellos mismos gestionaron de la peor manera posible, pueda afrontarse de una manera más sensata.

¿Dónde está el problema para afrontar un suelo ético compartido? ¿Qué sentido tiene acudir a un acto en recuerdo a unas víctimas de ETA si son incapaces de decir a sus familiares que lo sienten, que semejante barbaridad no debía de haber ocurrido? ¿Cómo se puede seguir sin asumir que lo que hicimos con Miguel Ángel Blanco fue una barbaridad tan grande como la que hicieron con Lasa y Zabala? Y nos referimos a toda la izquierda abertzale porque la responsabilidad política no es solo de los que directamente lo hicieron.

El problema es que los presos, además de un sufrimiento para sus familiares, suponen un capital político para la izquierda aber-tzale. Aportan en su entorno la mayor capacidad de movilización que tiene la izquierda abertzale y suponen, sobre todo, su principal factor para mantener la cohesión de las distintas sensibilidades que la componen. Algo que no se lograría en base a su actividad política y mucho menos cuando su referencia principal es el tema de las basuras.

Esto no quiere decir que deseen que siga habiendo presos. Pero sí que la situación se les hace muy llevadera. Como muy llevadera se les hacía la actividad de ETA hasta que, después de lo de Loiola, les tocó a ellos entrar en la cárcel con una perspectiva de una larga condena. Solo entonces, y habían tenido la oportunidad de hacerlo antes con el acuerdo que habían logrado en Loiola, se decidieron a plantear en serio el fin de la actividad de ETA.

Ahora, parece que van a seguir esperando a ser juzgados por los sumarios que tienen pendientes y que solo se decidirán a cambiar de actitud en el tema de los presos, y a ayudar de una vez a que vuelvan a casa, si ellos mismos son condenados y tienen que ir a la cárcel. Es penoso y triste, pero es la realidad.

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