Alvaro Baraibar
Avanza el otoño y echo de menos aquellas peleas de enamorados que en años anteriores protagonizaban UPN y PSN con motivo de los Presupuestos; aquellas escenas de duras negociaciones que siempre terminaban en acuerdo porque la gobernabilidad y el bien de Navarra debían quedar por encima de todo.
No era sino la escenificación de un acuerdo al que todos sabíamos que iban a llegar (o que ya habían cerrado antes de empezar), pero no dejaba de tener su gracia el intentar acertar la fecha en que iban a sacar la foto del apretón de manos, adivinar cuáles eran los temas que UPN decía aceptar por la presión del PSN o vislumbrar las líneas rojas que los navarristas decían fijar, resistiendo los supuestos excesos socialistas.
Este año los tira y afloja que se dieron en torno a la constitución del Gobierno se cerraron según se acercaban las elecciones. Me consolé pensando que la campaña sustituiría a aquellas peleas a lo Pimpinela, pero ni por esas. Temas como para escandalizarse no han faltado, pero los ataques del PSN a su socio de gobierno están provocando en UPN tiernos ronroneos similares a los que mi gata emite cuando me da permiso para que la acaricie. Más exigentes han sido los populares al pedir a Barcina en plena campaña que aclare los oscuros movimientos habidos en Caja Navarra.
Y esto es algo que me confunde y desconcierta, porque esta reacción de amante despechado en este ménage à trois que se traen entre PP, UPN y PSN pensaba yo que le hubiera correspondido más al PSN.
Tal vez regionalistas y socialistas estén más interesados en pasar de puntillas sobre un Proyecto de Presupuestos que consolida para el 2012 los recortazos aprobados este año y que supone rebajas significativas en Departamentos como Salud (un 3,08%), Asuntos Sociales (un 3,30%), Educación (un 4,45%) y, sobre todo y de manera escandalosa, Cultura y Turismo (un 20,10%). Además, nada nos asegura que no habrá nuevos recortes porque todo dependerá de cómo funcionen los ingresos previstos y de que no hayan hecho un exceso de ingeniería en imaginar que recaudarán más de lo que puede ser.