[box type=»note» size=»large» style=»rounded»]Anteayer, en las vísperas del 40 Aniversario de «los sucesos de Gasteiz», con el tañido de fondo de las Campanadas a mort de aquel 3 de Marzo,  el portavoz de GEROA BAI en el Parlamento de Navarra Koldo Martínez pronunció esta charla que resume de manera tan clara y contundente para quienes creemos en una Gestión Integral de la Memoria por la violencia ejercida por razones políticas, como incómoda y molesta para quienes quieren «ganar el relato desde una visión sectaria».

La reparación de víctimas, el intento de reconciliación (aunque sea para la siguiente generación) o la condena de la violencia hacia el diferente por ilegítima e injusta, son parámetros que van a resultar muy incómodos a quienes quieren seguir defendiendo la pervivencia de sus «mochilas». Sobre todo cuando en una sociedad, además de Víctimas hay Victimarios y sus correspondientes Cadenas de Mando….y varias «violencias de origen político».[/box]

[typography font=»Lobster» size=»32″ size_format=»px» color=»#a64612″]Koldo Martínez[/typography]

 

“La verdad no puede ser la perdedora de todo esto”Iñaki Gª Arrizabalaga.

 

Arratsalde on! Hiruzpalau ausnarketa eginez hasiko naiz.

  1. Ihardunaldion egitaraua ikusi nuenean, zerbaitek atentzioa deitu zidan. Ez da inon agertezen ETAren biktimarik. Zergatia galdetu nuenean, ihardunaldiek biktimei ez baizik eta inpunitateaz zihardutela erantzun zidaten. Inpunitateaz.
  2. Hablo como nieto de fusilado en el 36. Mi ama suele contar que ella misma, en camisón, con 10 años, abrió la puerta en Arrasate a una pareja de la GC que venía a preguntar por su aita. “Estará en la fábrica” y ya nunca más le vio. Al día siguiente le fusilaron en Oiartzun.
  3. Hablo como hijo de una persona alguien acusó de txibato a finales de los 60. A muchos les mataron sólo porque alguien les acusó. Sin más.
  4. Hablo como persona que apareció, junto con la entonces diputada Uxue Barkos, hoy presidenta de Navarra, en unos carteles anónimos en los que se nos acusaba de haber vendido Navarra a cambio de nuestras poltronas. Yo entonces no tenía ningún cargo político. Junto a nuestras fotos estaban las de Yolanda Barcina, Miguel Sanz y Roberto Jiménez. Alguien ideó los carteles, alguien los ejecutó, alguien los repartió y alguien los pegó por las paredes de toda Navarra.
  5. Y hablo finalmente como portavoz de Geroa Bai en el Parlamento de Navarra y lo hago en defensa de la Ley Foral 16/2015, de reconocimiento y reparación de las víctimas por actos de motivación política provocados por grupos de extrema derecha o funcionarios públicos, recurrida por el Gobierno del Estado ante el Constitucional, cuando lo que cabría esperar del Gobierno sería la colaboración en la atención y reparación de las víctimas y no que, una vez más, se parapetara tras la Justicia, acudiendo al Tribunal Constitucional para recurrir una ley que no le gusta, atacando el marco competencial navarro y la capacidad legislativa de nuestra Comunidad.

 

En Navarra las Instituciones han ido por detrás de la sociedad civil en el tratamiento de la violencia del 36 y del franquismo. En el caso de la violencia de ETA y del Estado, las Instituciones navarras han sido también cruelmente singulares: Bajo la ficción y el relato de que “la violencia es cosa de la Comunidad de al lado”, hemos sido los únicos de todo el Estado que no teníamos ni Departamento específico ni Comisión que se ocupara de las Víctimas.

Y es que en Navarra –¿sólo en Navarra?– padecemos un doble reduccionismo en la Gestión de la Memoria: 

1.- El de quienes sólo quieren profundizar en la violencia del 36 y del franquismo, y

2.- El de quienes sólo quieren profundizar en la violencia desde el nacimiento de ETA.

Frente a este doble reduccionismo en Geroa Bai consideramos necesario un arco temporal de la Memoria que va desde el 36 hasta nuestros días y que, por tanto, integre a las generaciones que directa o indirectamente han vivido los efectos de la violencia de raíz política. Este análisis permite ecuanimidad en el tratamiento de las víctimas y de los victimarios, y ofrece un espejo humanitario y democrático del tratamiento de la violencia cercana en el tratamiento de la violencia lejana, y viceversa.

Koldo-Martinez-ParlamentoEn Navarra, donde no hubo frente de guerra “clásico”, pero con más de 3.000 asesinados, ha imperado la No Gestión de la Memoria. Una Desmemoria cuyas causas son:

  1. El silencio autoimpuesto de las familias de los represaliados por miedo a más represión.
  2. La pereza, cuando no la negativa, a convertirse en herederos de las siglas que más muertos recibieron, como ha ocurrido con los dirigentes del PSOE y de la UGT en la actualidad.
  3. El vértigo del conjunto de la sociedad navarra a hacer una introspección por el silencio cómplice ante el terror, y
  4. La evolución política experimentada por una parte de quienes ejercieron la violencia en el 36 y posteriormente se alejaron del franquismo.

Nuestra sociedad puede ser sometida hoy a un nuevo proceso de Desmemoria, esta vez, para la violencia cercana (la del terrorismo de ETA y otros grupos, y la de Estado). Hay hoy quienes proponen la Amnesia y la Desmemoria “para superar la violencia de los últimos años”. Una especie de “por la Paz tres avemarías” inaceptable, tanto desde el punto de vista ético como político.

La Gestión Integral de la Memoria que Geroa Bai defiende requiere la identificación de las víctimas, sí, pero exige también la identificación de quienes ejercieron y/o han ejercido violencia por razones políticas. No desde un punto de vista de búsqueda de venganza, sino de verdad, reconocimiento y reparación por el daño causado.

En Navarra, gracias a los trabajos de Jimeno Jurío y Fernando Mikelarena (impresionante su último libro titulado “Sin Piedad”) hemos llegado a conocer la brutalidad directa de los llamados matones o cuneteros pero también el papel que en la sublevación y en la dirección de la represión tuvieron gentes supuestamente “de orden” como los políticos de Unión Navarra y el Diario de Navarra. Así hemos conocido la autoridad intelectual y efectiva de una engrasada Cadena de Mando para las políticas de represión y de la posterior Desmemoria practicada en la sociedad navarra, y que dura hasta nuestros días.

Las investigaciones también han señalado una clara correlación entre las órdenes recibidas desde Pamplona y el grado de implicación en la represión por parte de algunos dirigentes locales. De hecho, no hubo la misma concordancia en unos pueblos y otros, lo que fue determinante para el número de asesinados de cada población.

Esta investigación es una pieza fundamental para la Gestión de la Memoria pero también, insisto, un espejo en el que tratar la violencia cercana en el tiempo, porque:

  1. Un gran número de victimarios directos de ETA están presos o exiliados. Pero no sucede lo mismo con los victimarios ligados a la represión policial o parapolicial (algunos de ellos indultados, jubilados o ignorados)
  2. Si somos rigurosos con los dirigentes de la represión del 36 y del franquismo, ¿no debemos serlo también con la violencia cercana? ¿No ha habido también una Cadena de Mando en los diferentes frentes armado, político y de masas? ¿No han existido ponencias como Oldartzen, de socialización del sufrimiento en el frente político, y estrategias de reclutamiento de adolescentes en el frente de masas? ¿Hubiera sido posible ETA en los últimos años sin grupos humanos que justificasen que se puede violentar al diferente?
  3. En el 36 hubo diferente concordancia entre algunos dirigentes provinciales y locales a la hora de ejercer la violencia política. También en los años de plomo de ETA ha habido municipios en los que la “presión al diferente” –por expresarlo con una suavidad inmerecida– ha sido especialmente insoportable y mayor que en otros.
  4. Y ¿qué decir de la cadena de mando político-intelectual que ha llevado a cabo la violencia parapolicial y la llamada “guerra sucia”? ¿Qué decir de la tortura, de casos como el de Mikel Zabalza, o de cientos de detenciones injustas?
  5. Las víctimas y sus familiares no merecen ni la impunidad ni la soberbia de los victimarios de cualquier época, de cualquier violencia. Tampoco las de los victimarios intelectuales, las de los dirigentes, las de quienes ordenaban los actos de violencia.
  6. Ahí están también los presos encarcelados en los últimos años –muchos de ellos afectados por la doctrina Parot– y sus familiares. Se trata de presos reclutados en su adolescencia por una maquinaria infernal, y a los que ahora la cadena de mando instruye con fría dureza para ser utilizados en el “proceso” para tratar de ganar un Relato de lo que ha pasado en este País.

Aunque consiguiéramos la mejor Gestión de la Memoria persistirán secuelas y heridas que necesitarán muchos años para ser sanadas:

Habrá víctimas que verán cerrado su caso por falta de solución en el ámbito policial y judicial. Un drama de muy difícil solución.

Los presos de los últimos años, muchos de ellos reclutados cuando eran adolescentes, van a ser objeto de la “doctrina Parot” en el cumplimiento de sus penas.

Por otro lado, los presos que han elegido la Vía Nanclares son la mejor expresión de la aceptación del “mínimo ético” y de que la integración de víctimas y victimarios arrepentidos marcan el camino de la Gestión de la Memoria, pero han sufrido el rechazo y el ostracismo de sus antiguos compañeros de viaje.

La utilización de las víctimas, la laxitud con responsables policiales y parapoliciales, la prolongación de políticas penitenciarias excepcionales, la no transposición de normativas europeas, o la utilización de la Fiscalía son herramientas de una política sectaria que no podemos aceptar desde un punto de vista ético de Gestión de la Memoria. De tal manera que la exigencia del cese de dichas políticas penitenciarias de excepción debe formar parte del discurso de las organizaciones democráticas que apuestan por la Paz.

También debemos ser muy exigentes con quienes han animado, jaleado, mirado para otro lado y practicado la violencia, para que muestren su rechazo y su condena más explícitos al uso de la misma.

Ni mis víctimas ni las tuyas. Víctimas, todas. Impunidad, ninguna. Precisamente para que no haya más víctimas. Ni más victimarios.

Eskerrik asko!

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