Conversación con Pello Salaburu*

La Mano de Irulegi, una palabra mágica -«SORIONEKU»- y su relación con la lengua vascónica y el actual euskera, han supuesto un gran descubrimiento histórico que ayudará a aproximarnos a la lengua que hablaban nuestros antepasados. Pero ¿Y si la mano se hubiera encontrado p.e. en un pueblo interior de la Comunidad Autónoma Vasca? En ese caso seguramente sólo hablaríamos de arqueología, ciencia y lingüística.

Pero no, Irulegi, está enclavado en el centro de la actual Comunidad Foral de Navarra y a escasos Kms de Pamplona-Iruña. Y a la sombra de la alegría de la comunidad científica por el hallazgo arqueológico y lingüístico, se han desplegado  desde ámbitos de orientación política las sombras y las luces sobre la actual presencia del euskera, o sus antecesores «vascónicos» o protoeuskéricos en Navarra. Las gentes que tenemos inquietudes democráticas necesitamos reflexiones que nos den «certezas», o al menos que nos resten «incertidumbres» cuando tratamos temas tan científicos como emocionales, como es  «el Euskera en Navarra»: Un patrimonio cultural milagrosamente vivo en Navarra; y desde esa perspectiva merece tomar y entender la Mano de Irulegi como lo que es -un gran hallazgo científico-. Necesitamos sentirnos SORIONEKU cuando hablemos de este tema.

ZABALTZEN, Asociación política integrada en GEROA BAI, tiene en el debate y la formación su principal factoría de ideas. Y nuestra Escuela de Formación ikasZBN es el ámbito en el que nuestro voluntariado se siente más realizado. Hemos recurrido a Pello Salaburu, un amigo de esta Asociación, suficientemente cualificado como lingüista y académico; comprometido con las causas culturales y sociales importantes de nuestra sociedad, y algo que le viene de fábrica como navarro, baztanés y euskalduna.

Vamos a intentar en esta conversación transmitirte algunas preguntas que nos hacemos a partir del descubrimiento de la Mano de Irulegi. Vamos a hacerlo como estreno de un ikasZBN sobre este acontecimiento, pero ya te advertimos que casi será un spoiler de un próximo ikasZBN presencial y/o videoconferencia. Pello, la lengua es el corazón de un pueblo; sabemos cuándo llegó el latín de los romanos, precedente de las lenguas romances (el navarroaragonés y el castellano) ¿Qué lengua hablaban aquellos antepasados que habitaban la actual Navarra, antes de ser romanizados?

1) No lo sabemos. Para buscar respuestas a esa pregunta, debemos pensar en lo siguiente:

  • Hay testimonios antiguos que remiten a un antepasado del euskera actual
  • A partir de la época medieval encontramos testimonios que nos remiten ya a la lengua hablada hoy en día
  • Desde el siglo XVI disponemos de suficientes documentos impresos que son perfectamente equiparables al euskera actual.

Lo anterior a los textos escritos es Prehistoria, que siempre una interpretación mucho más compleja. Mucha más incertidumbre.

Pero aunque hay incertidumbres, podemos plantearnos hipótesis. La hipótesis más simple es que aquí vivía gente y hablaban un idioma, y que ese idioma era un antecesor del euskera tal como lo conocemos hoy día.

Hipótesis más simple sobre el euskera y la historia de los habitantes de la zona euskaldun: Hemos vivido aquí desde que tenemos noticia histórica. Aquí se hablaba euskera (en realidad, se trataba de un estadio anterior de la lengua conocida hoy día, porque todas las lenguas cambian y evolucionan: latín –> lenguas románicas).

Esa es, a falta de otras consideraciones, la hipótesis simple, aunque no quiere decir que sea correcta. En cualquier caso, la prueba de carga se coloca en el lado de quien quiera negar esa hipótesis y plantee otra alternativa: por ejemplo, que aquí no se hablaba ese idioma, que se hablaban varios otros distintos, que fueron migraciones posteriores las que trajeron el euskera, que aquí apenas vivía gente, etc.

Los defensores de esta segunda hipótesis, que niega la primera, son quienes deben probar que la hipótesis simple no es correcta. Y no al revés, como parece que sucede a veces.

2) Atendiendo a testimonios onomásticos, parece que en la antigüedad  se hablaba (proto)euskera en un ámbito geográfico bastante mayor al actual, a ambos lados del Pirineo, y más allá del Ebro (no me refiero aquí a su retroceso a partir del XVI, bien documentado). Los nombres para referirnos a la gente que habitaba estas extensas regiones fueron inventados por los romanos, que llamaron vascones a los pueblos que vivían en la parte izquierda del valle del Ebro, en su zona media. Por cierto, según indica Gorrotxategi, la primera mención de ese término es en una referencia a la guerra sertoriana (82-72 a.C.), que es la que ha hecho posible el descubrimiento de la Mano de Irulegi.

O sea, Pello, ¿Podríamos decir que en ese ámbito geográfico en torno a la actual Navarra las gentes que habitaban hace más de 2.000 años, hablaban un idioma predecesor del actual euskera que denominamos «protoEuskera», y que convivieron/lucharon con los romanos que hablaban y trajeron un predecesor de las lenguas romances, y que era el latín, que actuaba como lengua franca?

Es la arqueología, junto con algunos testimonios escritos, la que aporta información sobre aquella época. Desde el año 1000 a. C., seguramente antes, alguna(s) lengua(s) indoeuropea(s) fueron expulsando a las lenguas que se supone hablaban los habitantes europeos y los de la nuestra zona: el etrusco, el ibero o el (proto)vasco. La hipótesis más simple, de nuevo: el latín no acabó con una lengua que se hablaba aquí. Por tanto, esa lengua debe tener correspondencia con el euskera. Otra cuestión muy distinta es desde qué época, anterior a la romana, se encontraba aquí: 4.000 años? 5.000? 20.000? Ni idea. Las dimensiones son gigantescas.

No falta quien dice que el euskera se conocía ya en el paleolítico (argumento: aitzur, azada; aizkora, hacha…, con radical haitz, piedra). Muchas veces se ha escrito sobre eso. Pero hay que tener sumo cuidado. Es posible que algunos términos sobre los que pensamos que tienen radical en haitz, sean en realidad préstamos latinos (asciola, azada pequeña –> aizkora) y además estamos hablando de un período tan extenso (entre 300.000 y 10.000 a.C.; Santimamiñe 14.000-9.000 a.c.) que es difícil afirmar nada concluyente sobre estas cuestiones.

Para hacernos una idea del océano en el que nos metemos: de acuerdo con los datos proporcionados por la genética moderna aceptamos que la separación, a partir de un linaje superarcáico, entre humanos modernos, neandertales y danisovamos se produce entre 1.400.000 y 900.000 años atrás. La separación poblacional entre neandertales y humanos se produjo entre 770.000 y 550.000 años atrás. En la sima de los Huesos se detecta ADN neandertal de hace 430.000 años. Entre 300.000 y 250.000 años se

produce la transición a la Edad de Piedra Media, al Paleolítico Medio. Entre 130.000 y 100.000 años los humanos con anatomía moderna se extienden por Oriente Próximo. Hace 70.000 años los neandertales se extienden por el sur y este de Europa. Hace 50.000 años los humanos modernos salen de Africa y se extienden por Oriente Próximo. Entre 54.000 y 44.000 años atrás se producen cruces entre neandertales y humanos modernos (antes había habido otros) y entre danisovamos y humanos modernos. Lo llevamos en nuestros genes. Se encuentra un esqueleto de neandertal de hace 60.000 años en Israel. Un híbrido de neandertal y humano de hace 40.000 años en Rumania. Hace 39.000 años desaparecen los neandertales en Europa. Todos los datos extraídos de David Reich (genetista de Harvard, lleva años colaborando de forma estrecha con Pääbo, Premio Nobel de Medicina 2022): “hasta unos 50.000 años atrás el mundo estuvo habitado por múltiples grupos de humanos arcaicos distintos de nosotros en cuanto a características físicas, pero que caminaban erguidos y contaban con muchas de nuestras capacidades.” ¿Se incluye el habla?

¿Por qué señalo todo esto? Porque en algún momento de esa larguísima historia estos seres comenzarían a hablar. No sabemos cuándo. Pero decir que el euskera proviene de la Edad de Piedra porque tenemos aitzur en nuestro léxico, me temo que es como no decir nada. Aunque no digo que no sea cierto.

Escuchar estos datos ordenados resulta apasionante y disruptivo a partes iguales, Pello. Y se cae más de un mito para quienes somos profanos….  

3) Se sabe por la arqueología (ritos funerarios, materiales, urbanismo, etc) que ya cientos de años antes de que llegaran los romanos los habitantes en este territorio extenso entre el Cantábrico y ambas vertientes de los Pirineos presentan rasgos culturales cada vez más diferenciados entre sí conforme nos vamos acercando a la venida de los romanos. Además de los testimonios arqueológicos claros, Estrabón también lo confirma de forma escrita. Los romanos contribuyeron de forma decisiva a reorganizar todo el territorio conquistado y el habitat de sus poblaciones: algunas civitas pasaron a ser colonias, otras se convirtieron en municipios romanos (Cascante). Más tarde se implantó el derecho romano en todo el territorio de Hispania, a partir de Vespasiano.

4) Los testimonios de la Antigüedad se refieren, sobre todo, a nombres propios en fuentes clásicas, inscripciones, monedas… y poco más. Para dejar un testimonio es necesario saber escribir. Probablemente algunos pueblos de Hispania no sabían hacerlo hasta que los romanos trajeron su alfabeto. Los iberos, que vivían antes de la llegada de los romanos (simplificando) en la zona mediterránea este de Hispania, tenían su propio sistema de escritura. Los celtíberos, descendientes de pueblos celtas indoeuropeos vivían en el centro oeste (también simplificando mucho), escribían en ibérico, hasta que lo sustituyeron más tarde por el alfabeto romano.

Uno de los testimonios más antiguos escritos en ibérico se encuentra en dos platos hallados en una tumba de las Landas: anbaikar en una y titeeki o betiteen en otra (Gorrotxategi). Se sabe que no se corresponden con la lengua del lugar, fueron traídas de fuera (como hacemos hoy con los regalos).

Hay otro testimonio, atención, que proviene precisamente de Aranguren: un bronce escrito por ambas caras. Muy estropeado. El bronce era usado por los celtíberos, pero las palabras no son celtiberas. Tampoco vascas. Ahora aparece una mano, con un texto muy reconocible.

«Ahora aparece una mano, con un texto muy reconocible», que es la Mano de Irulegi….

5) Sí, y está escrito con caracteres ibéricos. Vamos a aclarar un poco esto. El ibérico es una lengua y, además, un sistema de escritura (tiene un alfabeto propio). En cuanto a la escritura hay más de una variante. Fue descifrada en los años 40 por el historiador Manuel Gómez-Moreno. Este alfabeto tiene signos fonémicos (corresponden a una «letra» nuestra, por ejemplo la «o») y silábicos (corresponden a una sílaba, por ejemplo «ke») y es ambigua, porque a veces usa el mismo símbolo para dos sílabas (por ejemplo la «ke» y la «ge»). A pesar de que sabemos todo eso sobre la escritura, y podemos leer los textos, es decir, sabemos cómo «suena» (estoy simplificando) la lengua, somos incapaces de entender lo que quiere decir.

La lengua y su sistema de escritura son cosas distintas. Un texto se puede transcribir en distintos sistemas de escritura. Por ejemplo, yo podría seguir escribiendo en castellano con alfabeto griego: ηε περδιδο λα μανο εν Ιρθλεγι («He perdido la mano en Irulegi»).

Pues bien: el texto de la mano está escrito en grafía ibérica y se identifica una palabra que se corresponde con el euskera actual. Además, la escritura es una variante específica (nueva , para los investigadores) de la escritura ibérica que se conocía: seguramente el sistema más extendido era incapaz de transcribir algunos sonidos de la lengua que oían en la zona, y tuvieron que moldear la escritura. Como cuando un autor vasco que vivía en zona española escribía eche (el sonido de la ch castellana se corresponde con la tx de la grafía vasca actual) pero una persona que vivía en Baiona escribía etche, hasta no hace mucho, porque esa ch/txno tiene correspondencia alfabética con el francés. Entonces se inventaba una nueva letra: tch. Como en Irulegi hace 2.100 años.

6) Hay más testimonios que conviene señalar aquí. Por ejemplo, un texto sobre un mosaico del siglo I a. C encontrado en Andelo (Muruzábal de Andión), que contiene la palabra ekien. El texto completo se parece mucho a otro encontrado en un mosaico de Teruel, pero en Teruel no aparece ekien sino ekiar. Pero se sabe (por otros textos ibéricos) que hace referencia a la firma del artesano autor del mosaico. Gorrotxategi lo asimila con la forma zegien («lo hizo») del vasco. Por tanto, pasaríamos del ekien original a egien (forma antigua) a zegien de la variante bizkaina. Problema? que zegien ez forma conjugada y requiere un ergativo que en el texto no aparece. (Debería incluir aquí otras muchas explicaciones e hipótesis, las simplificaciones son peligrosas, que me ahorro).

7) En territorio vascón se han encontrado monedas ibéricas acuñadas en las cecas («Casa de la Moneda») de kalakórrikos (Calagurris, Calahorra más tarde) y iaka (Iacca, Jaca), entre otros. También se identifican, siempre en territorio vascón, cecas menores como barskunes, unambaate o bentia(n). Es muy difícil hacer una clasificación coherente de todo ese material. Todo en grafía ibérica.

¿Y qué hay de esos nombres propios que se han encontrado en Aquitania, en epitafios e inscripciones?

8) Colegas míos han estudiado este tema con detalle, a partir de los escritos de Mitxelena, entre otros. En la zona norte, en Aquitania, hay muchos nombres propios y de divinidades. Se trata de elementos, por tanto, sin sentido semántico, sin referencia a cosas. Están escritos en alfabeto latino. Cuando se trata de epitafios, aparece el nombre de la persona difunta, como es habitual también hoy en día. Hay también inscripciones sobre vasos y objetos de uso diario.

En la Aquitania oriental (aguas que vierten al Garona) hay centenares de inscripciones en núcleos urbanos y rurales. En la Aquitania occidental (cuenca del Adour) hay medio centenar de inscripciones. Una aparente contradicción: los nombres de persona indígena aparecen en la parte oriental, mientras que en la occidental (nuestra parte de hoy en día) los nombres son greco-latinos. En principio, se esperaría justo lo contrario.

En Aquitania aparecen nombres como Andere, Atta («aita»), Arix («Haritz»), Belex («Beltz»), Cison («gizon») -corri-, gorri («gorri», rojo, pelado), Hars («hartz»), Ilun («ilun»), Laur («laur, lau»), Seni («sehi», muchacho), Sembe(«seme»)… Algunos, como se observa son transparentes en su correspondencia con el euskera actual. Debería hacer otras muchas consideraciones en esto, porque los especialistas lo han estudiado con detalle. Entre otras cosas, estos nombres se declinaban como en latín, pero mostraban dificultades de acomodación a la escritura.

En nombres compuestos, no muchos, aparecen -gorri, -bels, -berri

¡Buf, Pello! Esto resulta francamente contraintuitivo cuando en la actualidad identificamos las lenguas con las comunidades político-institucionales del presente ¿No?

Claro, a lo largo de la historia ha habido muchos cambios. Estas administraciones que nos parecen sacrosantas e inmutables han mutado muchas veces, como en otras partes del mundo. Es que a la vista de los datos existentes, y de otros muchos temas que ni siquiera he citado aquí, parece que lo que llamamos «aquitano» de la antigüedad es, en realidad, el sustrato del euskera actual, el protoeuskera.

9) En la parte de Hispania, la onomástica de Araba y zona de Estella es de origen indoeuropeo, la del resto de Navarra es de ámbito ibérico (Gómez-Moreno). Hay mucha escasez en Bizkaia, Gipuzkoa y norte de Navarra, aunque la zona media de Navarra y Alava junto con la Rioja han proporcionado bastante material. En la inscripción de Lerga de 1960 se lee Ummesahar («ume zahar»). Después han aparecido inscripciones con nombres como Illuna, Lakubegi, Sesenco, etc.

10) La dificultad de todo esto. Además de lenguas como el ibérico, celtibérico(s), latín, (proto)euskara, en el norte del Pirineo hay textos galos que aparecen mezclados con epígrafes latinos que recogen nombres galos, etc.

Todo es de una enorme complejidad. Pero podríamos resumir un poco diciendo que, aparentemente, la masa antigua de testimonios del protoeuskera se concentra en la zona norte, por un lado, en Aquitania, y más hacia la zona oriental. Y que en la zona sur los celtíberos apretaban por el oeste. La cuestión es que el (proto)euskera resistió a la romanización mucho mejor que otras lenguas. De hecho, no desapareció.

La debilidad de los testimonios en la zona oeste de Aquitania puede ser debido a que los habitantes eran ágrafos, que estaba poco habitado, o a que la romanización fue más rápida. Otros han querido ver un desplazamiento tardío de quienes hablaban euskera hacia esas zonas, a partir del siglo III d. C., con lo que el euskera comenzaría a utilizarse en esa época, aunque las pruebas para sostener esa hipótesis sean débiles.

Es verdaderamente un mundo complejo. Además del aquitano como precursor de nuestra lengua, ¿Tiene el euskera relación con otros idiomas?

11) Posible precursor, diría yo. Así nos lo señalan los especialistas. En los dos últimos siglos, se ha querido relacionar al euskera con otros idiomas. A día de hoy no hay pruebas concluyentes para afirmar que exista ninguna relación. Es decir, el euskera es una lengua aislada de la que no se conoce el origen.

Una de esas lenguas es el ibérico. Como curiosidad, los numerales (hasta diez) en ambas lenguas se corresponden de forma sorprendente:

Al margen de otras consideraciones: no tenemos razones suficientes para pensar que el protoeuskera y el ibérico fueran la misma lengua.

Y en este contexto, Pello, ¿Qué te parece la Mano de Irulegi?

12) ¿ La Mano de Irulegi? Me parece un descubrimiento extraordinario (confío en que salgan más cosas en el yacimiento), porque incluye un término común –no un nombre propio o de deidad–, e identificable con el euskera en una zona situada mucho más al oeste de los testimonios que teníamos hasta ahora. Confirma la hipótesis menos marcada y esperable (la de que estamos aquí desde hace milenios, y que no ha habido esos movimientos migratorios que trajeron la lengua después de Cristo). Eso es ya mucho.

Todavía lo es más, porque hasta ahora se pensaba que los vascones de esa época eran ágrafos. El texto demuestra que no. No solo eso: parece que estaban tan habituados a escribir que incluso eran capaces de inventarse un signo nuevo llegado el caso. Es lo que hicieron. La sorpresa es doble, por tanto.

¿Lo malo? Nuestra incapacidad, de momento, para interpretar el resto del texto.

 

13) Una última curiosidad. Los estudios sobre ADN de cuerpos antiguos, algo sobre lo que se está trabajando en los últimos años, desde 2010, porque antes no había laboratorios ni medios materiales suficientes y el ADN humano se ha descifrado no hace muchos años, van a alterar muchas de las cosas que conocemos.

A lo largo de lo que he comentado aquí subyace una hipótesis que aparece casi en todos los textos que se escriben sobre estas cosas: somos descendientes directos de quienes vivían aquí antes de nosotros.

Pero eso tiene un pequeño problema: el árbol genealógico no es para nada lineal (nuestros padres, padres de nuestros padres, padres de nuestros abuelos…) sino que es una maraña de cruces entre sus ramas, conforme avanzamos en el tiempo. Si las generaciones son de 30 años, a principios del siglo XVI vivirían en Europa unos 16 millones de personas. Y hace unos mil años vivirían unos 16.000 millones. El pequeño problema es que se sabe que hace mil años solo vivían unos 400 millones de personas, no más. Imposible que tengamos, por tanto, tantos antepasados. Eso solo se explica por la maraña de ramas cruzadas en nuestros respectivos árboles. Lo explicó muy bien Rutherford hace no mucho (2016): «Todos somos hijos de Carlomagno, el gran emperador. Todos tenemos genes reales». Incluso se ha trazado perfectamente la genealogía de la familia Backer-Dirks que vive en los Países Bajos y se sabe mediante documentación escrita que es descendiente directa de uno de los 18 vástagos reconocidos del emperador.

Bueno, en realidad hay algo más, como dice el autor citado: You are a royal descent, because everyone is. You are of Viking descent, because everyone is. You are of Saracen, Roman, Goth, Hun, Jewish descent, because, well you get the idea. All Europeans are descended from exactly the same people, and not that long ago. En otras palabras: todos los que vivimos hoy en Europa somos descendientes de todos los que vivían en Europa hace 1.250 años. Salvo de quienes no tuvieron descendencia. Ese «not that long ago» es del máximo interés. Y aparentemente un jarro de agua fría.

Los cálculos matemáticos realizados en 2003 por Joseph Chang, combinados con la información genética que se está descubriendo, acaban concluyendo que, en realidad, el antecesor más reciente de todos los que vivimos en el planeta es de no más de 3.500 años, con un cálculo muy conservador. Probablemente, menos (recordemos que la famosa mano tiene 2.100). Estamos todos mezclados, y con un origen común que se remonta no a decenas de miles de años, cuando comienza a conformarse el hombre moderno, sino a muy pocos años.

(Toda esta información genética, añadida a lo que se conoce de la arqueología y cultura de los pueblos antiguos, es del máximo interés para rastrear, como se está haciendo, el origen de la(s) lengua(s) indoeuropea(s) teniendo en cuenta las grandes migraciones históricas. Porque al emigrar el personal se lleva instrumentos, armas, costumbres… y lengua. Si sabemos cómo se han movido los pueblos podemos deducir cómo. se han movido las lenguas.

 La famosa mano, según todo esto, ¿es tan importante? ¿Qué hay del mejor bronce de la península, traído nada menos que de EEUU, citado en El País?

Pues, en mi opinión, es mucho más importante, sin comparación: el más hermoso sarcófago medieval esculpido en mármol es una maravilla desde el punto de vista artístico y proporciona mucha información histórica, sin duda alguna. Pero lo que realmente cambia la historia, nuestra historia, es ese pequeño diente de niño de hace 31.000 años encontrado en una cueva remota. Al mismo tiempo, las hipótesis se arman con mucha más cautela y basta que se encuentre una tibia para volver a cambiar la historia. Pues bien: Irulegi es ese diente.  A ver si encontramos también una tibia. Que confirme, o cambie la historia.

Por último y por hoy, Pello. Aunque nos emplacemos para un ikasZBN en directo enriquecido con las preguntas de la gente, no nos resistimos a preguntarte por «el hallazgo de Iruña-Veleia». Un hallazgo fake que ha revivido políticamente a quienes parecen desear desde quienes desean que la Mano de Irulegi siga el mismo camino que aquel «hallazgo» para alejar la sospecha de que el euskera habitara en Navarra, pero también quienes ahora reivindicarían una neoautenticidad de lo de Iruña-Veleia para otro tipo de afirmaciones ¿Cuál es tu punto de vista, Pello? La gente profana a la que nos ha llegado a emocionar la Mano de Irulegi, tenemos pellizcado el estómago ante la sombra de aquello.

Aquello también fue una sorpresa enorme, la verdad. Tan enorme que muchos pensamos que había gato encerrado. Tantas cosas buenas, sorprendentes y de golpe, no eran fáciles de admitir. Un hallazgo de esas características es siempre una sorpresa positiva.

Pero de entrada sucedía algo sospechoso. La Mano confirma lo que pensábamos y apoya la hipótesis de partida. El escrito de Lazarraga del siglo XVI que se encontró hace unos años confirma muchas de las cosas que se habían adelantado y asumíamos como propias del dialecto de la zona en Araba. Pero los hallazgos de Veleia cambiaban la historia del euskera, la historia del cristianismo, la historia de la evolución del latín, la simbología religiosa, aparecían preceptores egipcios recogiendo patatas en sus ratos libres… aquello no encajaba por ningún lado. No es que no pudiera ser posible. Si todo fuera auténtico habría que aceptarlo y deberíamos cambiar muchos postulados aceptados como verdades. Yo sería el primero en hacerlo. Pero de nuevo tenemos la carga de la prueba: quienes encuentran aquello tienen que probar que es cierto. El paradigma no cambia si antes no es sometido a duras pruebas. Tantos cambios basados en piezas sospechosas que nadie sabía cómo se habían recogido, quién, dónde, cuándo, dónde habían guardado… aquello no era sostenible, por mucho que nos hubiese gustado sostenerlo.

Resultó que, en efecto, era una farsa. Recuerdo que me fie tan poco que llamé a las universidades de las que decían ser investigadores. Hablé incluso con la directora de uno de los departamentos citados: nadie los conocía. Luego sabemos cómo ha acabado todo. A raíz de eso recuerdo que mi compañero Henrike Knörr señalaba que sería importante encontrar una frase, que eso sería un paso enorme. En el periódico escribí que seguramente encontraríamos algo como «Salustiano sale de clase de guitarra». Un desastre que ha hecho mucho daño a las investigaciones sobre el euskera.

De ahí lo de siempre, y volviendo al principio de esta conversación: si encuentras lo que esperas fortalece la hipotesis simple. Si, por el contrario, va en contra de la hipótesis, la carga del argumento debe ser mayor y, desde luego, no zafia.

*Pello Salaburu, exrector de la Universidad Pública Vasca (UPV-EHU), miembro de la Real Academia de Lengua Vasca y experto lingüista

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