Por Txema Noval Galarraga, concejal de Burlada por NaBai

Txema Noval
Txema Noval

Me trata de convencer un buen amigo cura de que procesiones y misas en fiestas son tradiciones populares que deben desligarse de su genuina naturaleza religiosa porque trascienden de la misma para ser esencia del propio pueblo.

No puedo más que insistirle en su error de partida ya que lo que nos viene impuesto difícilmente puede evolucionar a tradición espontánea y libre, surgida de la evolución y sabiduría popular. Y nos viene impuesto porque la religiosidad de nuestros pueblos tiene su origen, no lo desconozcamos, en la imposición allá en el túnel del tiempo de una fe y religión como la única y verdadera.

Occidente primero, sus imperios, sus reinos fueron acogiendo como Religión, con mayúsculas, la Católica y Romana. Y ojo con quien se saliera del buen camino. Y así, pasados los siglos, los años, parece obvio que todos los pueblos tienen que celebrar a sus santos patronos aunque el resto del año no se acuerden de los mismos, ni pública ni privadamente. Se casen como Dios manda, aunque renieguen de todo lo relacionado con la Iglesia. Y comulguen a sus vástagos que la fiesta es muy bonita.

Observo estos días las fotos en la prensa de las diversas procesiones de los pueblos navarros en fiestas, presididas por su párroco y secundadas por la Corporación Municipal respectiva.

Pura estadística. Tres de cada cuatro españoles se considera católico. Pero, uno de cada diez acude a misa. El tan utilizado concepto del católico no practicante, equiparable al vegetariano no practicante (comedor de chuletón), al antitaurino con abono de peña en Iruña o al feminista que no hace nada en su casa.

[typography font=»Lobster» size=»24″ size_format=»px» color=»#8f2a0b»]Aquella foto en Burlada se repetía año tras año. La Corporación debía acudir a la Salve. Es una tradición. A la Misa Mayor. Es una costumbre. A la Procesión. Es nuestra Patrona.[/typography]

Y algunas, año tras año, defendíamos aquello de libertad personal y neutralidad. Quien quiera, como persona libre, que acuda donde le parezca. La Institución, como tal, que no se posicione por respeto a toda la sociedad a la que representa.

Y, finalmente, este año, el pleno del Ayuntamiento ha aprobado el siguiente acuerdo: “A fin de garantizar la neutralidad religiosa de nuestro Ayuntamiento, se excluye de cualquier programación municipal la participación oficial de la Corporación en Pleno, o del personal público, en actos, celebraciones o desfiles de carácter confesional”.

Nadie suprime la Salve, ni la Misa Mayor, ni la Procesión. Y permítaseme la expresión, ¡Dios nos libre!

Simplemente la Corporación, formada por personas que profesarán, o no, una u otra religión, o ninguna, no acudirá representando a nadie. Por estadística, uno o dos concejales, católicos practicantes seguirán yendo como harían antes de ser cargos electos.

Estamos en el año 2014. Siglo XXI. Imponer se ha demostrado como una mala forma de extender una filosofía. A la larga, un fracaso. El debate de las ideas es siempre respetable y positivo. Los dogmas en religión, en filosofía, en política, siempre conducen al fracaso real aunque formalmente consigamos ser tres de cada cuatro.

A mi amigo cura y a esos uno de cada diez que celebrarán desde la fe, las fiestas en honor de su Patrona, os deseo, sinceramente, felices fiestas. Al resto, pues eso, jarana, que simplemente es lo que queremos. Y a todos y todas, jai zoriontsuak.

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