Por Manu Ayerdi, parlamentario de NaBai, de la Permanente de Geroa Bai y presidente del PNV

Como para la mayoría de la sociedad navarra, para GEROA BAI es prioritario sacar a la luz lo que no desean los responsables del Régimen de intereses que sostienen UPN y PSOE. Con rigor, con datos, el parlamentario Manu Ayerdi aborda nuevamente el asunto refutando lo vertido por  J.A. Asiáin, presidente de lo que queda de CajaNavarra, e su entrevista en el Diario.
Manu Ayerdi, parlamentario de Geroa Bai

Como para la mayoría de la sociedad navarra, para GEROA BAI es prioritario sacar a la luz lo que no desean los responsables del Régimen de intereses que sostienen UPN y PSOE. Con rigor, con datos, el parlamentario Manu Ayerdi aborda nuevamente el asunto refutando lo vertido por  J.A. Asiáin, presidente de lo que queda de CajaNavarra, e su entrevista en el Diario.

El viernes 21 de diciembre, con los votos de UPN y PSN se ha vuelto a rechazar la petición de una comisión de investigación sobre Caja Navarra. Todas las demás fuerzas políticas, incluido el PP, votamos a favor. Se nos dice desde UPN y desde PSN que no está justificada, en la medida de que Caja Navarra, a diferencia de otras muchas, ha terminado integrada dentro de Caixabank, un banco saneado, resultante de un proceso de fusión liderado por La Caixa que no ha necesitado ningún apoyo público.

Voy a tratar de explicarles por qué, sin embargo, en mi opinión, sí que procede una investigación profunda.

A modo de preámbulo, creo relevante señalar un concepto de partida. Caja Navarra ha terminado desapareciendo como entidad financiera y se ha transformado en la propietaria del 1,2% de Caixabank, pero este camino no era el único posible. Ya me he referido en artículos pasados a esta idea, cuando según la versión oficial no había ninguna alternativa realista. Ahora, en un artículo del 23 de diciembre, el propio señor Goñi reconoce que había diferentes opciones. Hasta el mismo señor Asiáin, cuando publica con orgullo su balance provisional del proceso de restructuración de las cajas –Diario de Navarra, 10 de noviembre de 2012-, constata que ha habido opciones diferentes, y reconoce, por ejemplo, que ha habido dos cajas muy pequeñas que continúan adelante solas (Onteniente y Pollensa ), y otras dos, ya importantes, Ibercaja y Unicaja que, pese a plantearse en su momento procesos de fusión, han constituido cada una un banco del que son propietarias al 100%.

En cualquier caso, de su balance provisional me llaman la atención dos cuestiones, una, porque no aparece, y la otra, por su osadía. Sorprende enormemente que en el cuadro resumen no haya ninguna referencia a dos cajas muy conocidas para la ciudadanía navarra, Caja Rural y Caja Laboral, que han decidido seguir adelante en solitario en el primer caso, y liderando una fusión con Ipar Kutxa la segunda. Se me dirá que son cooperativas de crédito, y es verdad, pero, a los efectos prácticos, eran tan entidades financieras como Caja Navarra. En segundo lugar, comparar la posición y la capacidad de influencia de Caja Navarra en Caixabank con la de Kutxa Gipuzkoa en Kutxabank roza la desfachatez. ¿Alguien cree que un 1,2% en Caixabank puede ser comparable con un 32% en Kutxabank? 

Pero volvamos a la cuestión de la investigación. La razón esencial por la que defiendo contundentemente la oportunidad de una investigación es la pérdida patrimonial registrada por Caja Navarra entre 31 de diciembre de 2009 y la actualidad. En este punto no coincido con el señor Asiáin cuando señala en una entrevista recién publicada que «cuando hay una crisis tan dura como la que estamos sufriendo, las regulaciones se han cambiado. Con los criterios de determinación del capital vigentes hoy no serían 900 millones la pérdida patrimonial, como se ha hablado, sino menos». El señor Goñi, en el artículo citado anteriormente, se apoya en un informe de AFI, cuya independencia, en tanto que asesores de Caja Navarra durante todo el periodo, es cuestionable, para defender que el desfase patrimonial hubiera sido peor si Caja Navarra hubiera seguido en solitario. Esos argumentos podrían tener una cierta legitimidad si hubiera afectado más o menos por igual a las cajas del entorno geográfico cercano en el que nos movemos, pero no ha sido así.

Y para ello, lo mejor es recurrir a la información publicada oficialmente por cada una de las entidades de referencia. Ya que hablamos de desfase patrimonial, deberíamos tomar los patrimonios netos establecidos en los balances individuales a 31 de diciembre de 2009 y a 31 de diciembre de 2011. Pues bien, los datos son los siguientes: Kutxa Gipuzkoa parte de 2.311 millones y termina en 2.016 millones; BBK parte de 4.123 y termina en 3.833; Caja Vital parte de 854 y termina en 828; Caja Laboral parte de 1.444 y termina en 1.385; Caja Rural parte de 651 y termina en 754 y Caja Navarra parte de 1.178 y termina en 258.

Y aquí está el quid de la cuestión. En el caso de Caja Navarra, la pérdida patrimonial acumulada en los años 2010 y 2011 supone nada menos que el 78%, cuando la siguiente de las seis citadas, Kutxa Gipuzkoa, acumula una pérdida patrimonial cercana al 13%. Y de las entidades que operan en Navarra, Caja Laboral pierde el 4% en el periodo y Caja Rural no solo no pierde, sino que acumula una mejora patrimonial casi del 16%. La diferencia con las demás es brutal, y todas han operado en las mismas complicadas circunstancias. Y, en el caso de Caja Navarra, además, según su propio equipo directivo, con una exposición al riesgo inmobiliario bastante menor que la media.

Si el patrimonio de Caja Navarra a finales de 2011 hubiera bajado hasta los 1.000 millones, o valores similares, podría entender los argumentos de los señores Goñi y Asiáin en lo que se refiere al desfase patrimonial. Eso hubiera hecho que, en lugar del 1,2% de Caixabank, tuviéramos una participación entre el 4 y el 5 %. Y, eso, en términos de dividendos anuales, y por lo tanto de obra social, sería totalmente diferente.

En definitiva, no solo nos hemos quedado sin una entidad financiera propia, con lo que eso significa en términos de capacidad propia de impulsar o priorizar determinadas líneas de actuación y en términos de formación y mantenimiento de talento humano cualificado, sino que además lo hemos hecho dejándonos en dos años mucho más patrimonio del que se han dejado las entidades cercanas con las que debemos compararnos. Y esto es algo que tenemos que analizar. No puede pretender cerrarse el capítulo diciendo que la gestión ha sido magnífica porque hemos terminado en una entidad, Caixabank, que no ha necesitado intervención del Estado.

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