Entrevista con Carmen Gisasola, del colectivo Nanclares de presos.

Recomendamos la lectura de esta entrevista en profundidad que fue publicada en Diario Vasco. Las personas y colectivos comprometidos con la paz y la libertad deberíamos prestar más atención al colectivo de presos de la denominada Vía Nanclares, más allá de seguir las consignas de hojas de ruta marcadas por acuerdos fácticos al margen de la sociedad. Porque, desmarcados de la dirección de ETA y abandonados a su suerte por gentes que han emprendido el viaje hacia EH Bildu, han emprendido un camino comprometido mucho tiempo antes que la IA oficial; pero con un paso ético que no se vislumbra en los aledaños de la soberbia que caracteriza a la IA ortodoxa y a ETA. Ha de tenerse en cuenta que la entrevista no es sólo personal, sino que responde a un cuestionario asumido por el Colectivo.

-¿A qué se refiere?
A que con esos argumentos y esa mentalidad matamos entre otras personas a ‘Yoyes’, nosotros y los Barrenas de turno también. Porque, aunque no participáramos directamente en la acción y a nivel jurídico no seamos responsables, todos sabemos, tanto Barrena como nosotros, la responsabilidad que tenemos en aquella barbaridad. Así que mejor sería que Barrena empezara de una vez a poner en cuestión esa mentalidad que nos llevó a matar a ‘Yoyes’, ayudara a que se reconociera aquel error y se devolviera a ‘Yoyes’ y a su familia el reconocimiento y el respeto que algunos sectores les negaron, en lugar de alimentar más problemas y ponernos a nosotros y a nuestras familias en el punto de mira de esa misma mentalidad.
Esta entrevista es el resultado de un amplio cuestionario preparado hace dos meses, que Carmen Gisasola ha respondido en la cárcel sometiendo sus reflexiones al contraste con los miembros del ‘Colectivo de Presos Comprometidos con el irreversible proceso de paz’, lo que se ha dado en llamar la ‘vía Nanclares’. A través de las preguntas, varias de las cuales se han quedado en el tintero, Gisasola (Markina, 1958) incide en la revisión «crítica» del pasado en ETA, en la que llegó a estar al frente de los ‘comandos liberados’ y de la que fue expulsada en vísperas de la tregua de 1998 por su desmarque del terrorismo. Ella y sus compañeros hacen extensiva hoy su censura a la actitud de la izquierda aber-tzale, a la que piden «sensatez» sobre el futuro de los presos.
-¿Por qué entró en ETA?
-Porque en aquel contexto del final del franquismo me parecía que ETA representaba la única opción para conseguir unas reivindicaciones que considerábamos justas y que se nos negaban, porque la represión no terminó con el franquismo. Y en el entorno social en el que vivía, ETA tenía una legitimidad que poca gente ponía en cuestión.
-¿Aquella decisión fue un error?
-Pienso que en aquellas circunstancias hicimos lo que pensábamos que teníamos que hacer. Considerábamos que implicarnos nosotros mismos era ser consecuentes con lo que pensábamos. Visto desde ahora, con lo que ahora sabemos, con el desengaño que nos hemos llevado ante la mentalidad que se genera en torno a la utilización de la violencia y las consecuencias que ello supone para quienes la sufren, por supuesto que nos cuestionamos esa decisión.
-¿Cuándo comenzó a tomar conciencia de ello?
-Después del fracaso de las negociaciones de Argel, viviendo en la clandestinidad, nos dimos cuenta de la reacción de la gente que hasta entonces nos apoyaba. Nos cuestionaban y se les hacía cada vez más difícil abrirnos las puertas de sus casas.
-Para la mayoría de sus conciudadanos, es muy difícil comprender que personas como usted recurrieran a la violencia y que luego tardaran tanto en alejarse de ella.
-Pero nosotros lo vivíamos de manera diferente, te sientes metido en una dinámica en la que la solución de los problemas -no solo los políticos sino también los de tus compañeros presos, de los propios militantes- solo los imaginabas a través de una negociación. Y si no pudo ser en Argel en el 89 había que intentarlo para el 92, y así sucesivamente. En esa dinámica desmarcarse no es fácil. Así y todo, nosotros llevamos ya muchos años planteando a nivel interno lo que ahora decimos públicamente.
Me impactó estrechar la mano amputada de Gorka Landaburu y sentí la satisfacción de verle vivo
-¿Cómo articuló esa reflexión? Si tuviera que contar ese tránsito vital, ¿cómo lo describiría?
-Mis primeras reflexiones maduraron estando en la cárcel en Francia, donde conocí a una militante del IRA y a otra militante de las Brigadas Rojas. Con ellas tuve oportunidad de hablar mucho, de conocer lo que pensaban, de compartir nuestras experiencias, nuestras dudas, y todo aquello me sirvió para analizar nuestra propia situación. Me di cuenta de que en Irlanda ya habían hecho la reflexión de poner fin al ciclo armado en la década de los 80 y que nosotros estábamos a años luz de incluso plantear cualquier reflexión fuera de la estrategia de la lucha armada.
La izquierda abertzale sigue con ‘la solución integral’. Mientras, presos y refugiados, a esperar
-¿Cómo se interioriza el daño causado? ¿Es posible volver a empezar una vez se asume el sufrimiento provocado a otro ser humano?
-No nos lo planteamos como un volver a empezar, como si solo a partir de un momento hubiéramos sido conscientes del sufrimiento que provocábamos. Antes también éramos conscientes de ello, pero lo considerábamos un mal necesario, el único medio para conseguir unos objetivos que considerábamos justos. Es cierto que ese sufrimiento lo vivíamos de manera diferente según los casos, según el cargo o el papel que representaba la persona afectada. Y éramos más conscientes en la medida en que detrás del afectado surgía la parte personal. Ahora es ese punto de vista personal, humano, es el que más me importa.

«Hay que poner en cuestión la mentalidad por la que matamos a ‘Yoyes’»

-Las críticas que les dirigen los dirigentes de la izquierda abertzale incluyen que los pasos que han dado usted y sus compañeros se usan en contra del colectivo de presos, empeorando su situación.
-Es solo una valoración interesada. El resto de los presos están como antes y no es verdad que la situación haya empeorado. Ese tipo de argumentos también los utilizaban en el tema de la ilegalización contra el resto de partidos políticos. Entonces la culpa era de EA, Aralar… que se aprovechaban de la ilegalización. Hasta que ellos mismos se decidieron a aceptar su propia responsabilidad para legalizarse asumiendo la Ley de Partidos.
-¿En qué sentido se trata de una valoración interesada?
Porque cuando, por ejemplo, Pernando Barrena dice eso, sabe que por culpa de su sumisión durante el proceso de Loiola la solución al tema de los presos es ahora más complicada, se está alargando. Y el problema es que ellos mismos son incapaces de plantear soluciones de una manera sensata y realista. Como si la sensatez que tuvieron para volver a las instituciones no sirviera para que los presos volvieran a casa. Están haciendo una política institucional normalizada donde el tema principal son las basuras y no los presos. Vale, es una opción, pero que no pretendan trasladar a los demás su responsabilidad en la situación de los presos, sabiendo además que ese tipo de acusaciones han tenido consecuencias muy graves.
-¿A qué se refiere?
A que con esos argumentos y esa mentalidad matamos entre otras personas a ‘Yoyes’, nosotros y los Barrenas de turno también. Porque, aunque no participáramos directamente en la acción y a nivel jurídico no seamos responsables, todos sabemos, tanto Barrena como nosotros, la responsabilidad que tenemos en aquella barbaridad. Así que mejor sería que Barrena empezara de una vez a poner en cuestión esa mentalidad que nos llevó a matar a ‘Yoyes’, ayudara a que se reconociera aquel error y se devolviera a ‘Yoyes’ y a su familia el reconocimiento y el respeto que algunos sectores les negaron, en lugar de alimentar más problemas y ponernos a nosotros y a nuestras familias en el punto de mira de esa misma mentalidad.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

trece − ocho =

*