Por Juan Pedro Urabayen, miembro de ZABALTZEN (Asociación integrada en GEROA BAI)

Los ciudadanos saben que el cambio es posible, que será plural, pero intuyen que ya no va a ser liderado por quienes tuvieron su oportunidad y nos defraudaron. Ni tampoco, al menos en los inmediatos años de nuestra Transición pendiente y necesaria, por quienes ahora hablan de reunir, bildu en euskera, a los afines, después de ser tan insensibles al dolor de tantos.

El futuro, geroa, está en quienes llevan desde 2004 superando la fractura de la que habla Gabilondo, para ampliar, para llegar más allá que a los afines, extendiendo, zabaltzen. La gente comenzó a respaldar ya en noviembre la herramienta fundamental para el cambio, ¿lo notas? «…the answer, my friend, is blowing in the wind«.

Recientemente ETB 2 ha emitido una serie titulada La Transición en Euskadi (los interesados pueden verla en ETB a la carta), presentada por Iñaki Gabilondo. He seguido con interés los distintos capítulos, en especial, los dos referidos a Navarra, y más después de que uno de los profesores de la UPNA que participaron, me comentó que esperaban que tras la emisión «les darían por todos los lados». Luego no ha habido tales críticas, pues el programa ha pasado aquí sin pena ni gloria, creo yo que por la invisibilización y la irrelevancia que va adquiriendo ETBentre nosotros, debido a la política perseguidora de lo vasco de quienes nos gobiernan.

El mayor mérito de la serie me ha parecido el hecho de que a pesar del título, y dada la época de que trata, ha tenido en cuenta la compleja realidad vasco-navarra, no solo la de la CAV. Sin embargo, en los capítulos referidos a Navarra, ya se adivinaba al ver el título, Comunidad Foral, el enfoque dado: desde la visión más navarrista del entorno del socialismo foral, aderezado por testimonios de destacadas personalidades, identificadas hoy día por muchos con la derecha. Se obvia que los lodos en que estamos sumidos en nuestra comunidad son fruto de los barros producidos en aquellos años, algunos de ellos por responsabilidad directa, entre otros, de dicho partido, que paradójicamente había exhibido la ikurriña en su balcón o formado parte de la asamblea de parlamentarios vascos tras la muerte del dictador.

Entre dichos barros yo destacaría la instauración del régimen del Amejoramiento, no sometido al refrendo popular, e impuesto por el navarrismo, sin consenso con el vasquismo, inconexo éste y con su sector más representativo entonces, echado al monte. Fruto de ello ha sido el estado de marginación en que quedan los navarros que con toda legitimidad sienten la lengua y la cultura vascas como propias.

En lo político, los lodos en que viene enfangándose la gobernabilidad, que tan bochornosos espectáculos nos acaba de proporcionar, tienen su origen en la disposición que estableció el ya desaparecido, y quizá anhelado por algunos, sistema de lista más votada. Este favoreció un casi ininterrumpido acuerdo contra-natura entre los partidos que deberían ser alternativa: UPN-PP y PSN, pervirtiendo lo más esencial a la democracia, como es la posibilidad cierta y real de cambio o alternancia en el poder. Unos y otros han gobernado en minoría con acuerdos presupuestarios pactados entre sí, que han ido elevando el gasto sin la suficiente racionalidad, y que parece que pueden abocar a la inviabilidad de la comunidad.

Este régimen ha tenido también su reflejo en lo económico y social, con sindicatos afines, medios de comunicación, universidades, entidades financieras o instituciones religiosas. Paralelamente quedaron excluidas organizaciones similares a las que basta con colgarles el muchas veces injusto sambenito de buscar la desaparición de Navarra.

La opacidad y la falta de alternancia en el poder han llevado a que el buque insignia de Navarra, la CAN, haya desaparecido del mapa, siendo engullida por otra entidad, sin que todavía nadie haya asumido ninguna responsabilidad. Tampoco por las innecesarias obras faraónicas ni sus sobrecostes injustificables.

Las políticas sociales también se han visto afectadas, y así avances que parecían irreversibles desde la creación de Osasunbidea, con altos estándares de calidad en la sanidad pública, desde la atención primaria hasta la hospitalaria, llevan años haciendo aguas, aunque el barco no se ha hundido todavía, debido sobre todo a la enorme profesionalidad y entrega de los sanitarios. Qué decir del bienestar social y de las políticas de cooperación con el tercer mundo de los que tanto presumíamos.

Paradigmático de los barros producidos me parece el sistema educativo tan fracturado que tenemos, que en lugar de cohesionar a los ciudadanos desde su infancia, socializándolos en las dos lenguas de la comunidad, castellano y euskera, mantiene un alto porcentaje de alumnado totalmente ajeno a esta última lengua. Simultáneamente se ningunea desde los dos extremos al modelo A, a pesar de sus evidentes logros, cuando debería estar llamado a ser el mínimo exigible a todos en una sociedad progresivamente bilingüe. Finalmente, y utilizando arteramente la expectativa de las familias de un futuro éxito laboral, así como el miedo a perder alumnado en tantos centros, se complica todo desde el poder, con la introducción como cuña-anti, de una lengua extranjera, el inglés, como idioma vehicular de aprendizaje desde la más tierna infancia, práctica desconocida hasta ahora en los países avanzados, y sin las debidas condiciones de calidad.

Solo el propio Gabilondo, en las frases finales del último capítulo dedicado a Navarra, hace notar en parte la situación que he descrito, calificándola de sumamente novedosa, al decir que «se ha producido una importante fractura social nueva, la del vasquismo versus navarrismo, que está sustentada en una versión esquemática y excluyente de la historia y de la memoria colectiva en beneficio propio».

Parece que la ruptura de la coalición UPN-PSN va a significar el principio del fin de todo este régimen, que durante tantos años se ha retroalimentado junto con la utilización de la violencia con fines políticos por parte de ETA.

En medio de todos ellos hemos estado durante demasiados años una mayoría tantas veces silenciosa, ninguneada, manipulada, huérfana de representación en los partidos existentes. Pero un día despertamos, al estilo del erizo del que habla Atxaga, y comenzamos a apoyar el instrumento que iba a darle la vuelta a la tortilla. Ha habido dificultades, zancadillas de quienes desde los extremos querían que siga todo igual, golpes de partitocracia, pero el erizo ya no se duerme más.

Los ciudadanos saben que el cambio es posible, que será plural, pero intuyen que ya no va a ser liderado por quienes tuvieron su oportunidad y nos defraudaron, ni tampoco, al menos en los inmediatos años de nuestra Transición pendiente y necesaria, por quienes ahora hablan de reunir, bildu en euskera, a los afines, después de ser tan insensibles al dolor de tantos. El futuro, geroa, está en quienes llevan desde 2004 superando la fractura de la que habla Gabilondo, para ampliar, para llegar más allá que a los afines, extendiendo, zabaltzen. La gente comenzó a respaldar ya en noviembre la herramienta fundamental para el cambio, ¿lo notas? «…the answer, my friend, is blowing in the wind«.

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