Por J. Rekondo

Re-unión

La precariedad en la que se encuentra el gabinete López tras la ruptura del pacto de gobierno entre PSE y PP, la presión de una buena parte de los grupos parlamentarios por el adelanto electoral y la desintegración del cuarto grupo de la Cámara vasca debido a la expulsión por el partido Aralar de sus parlamentarios Ezenarro, Basabe y Erostarbe, nos lleva a pensar que la vida parlamentaria de esta legislatura se está apagando progresivamente.

En este contexto, la batalla que se ha librado en el seno de Aralar parece finalizar. En efecto, tras la breve crisis de la ponencia, se ha consumado la división entre Aralar y tres de sus cuatro parlamentarios vascos. ¿Es posible conocer las causas profundas que la han propiciado? ¿Qué factores (internos y externos) han ayudado a que se realizara en la forma en que lo ha hecho? ¿Qué será del futuro de Aralar tras esta ruptura, ante el escenario más inmediato?

La confrontación entre la dirección del partido Aralar y la mayoría de sus parlamentarios se ha desarrollado (al menos, formalmente) en torno a la moción presentada por Aintzane Ezenarro el 14 de febrero de 2012. La moción buscaba crear una ponencia parlamentariacuyo fin era que el Parlamento Vasco tomara la iniciativa con el “objeto de consolidar la paz”. En el mes y medio que dura la tramitación de la propuesta se desata la crisis interna que hace pocos días ha acabado con la exclusión de Aralar de tres de los cuatro parlamentarios del partido en el órgano legislativo vasco.

Por lo tanto, la moción, aunque originalmente tuvo el respaldo de la dirección de Aralar, planteaba dos problemas al guion del proceso, tal y como lo ha presentado el MLNV. El primero, promover el protagonismo del Parlamento Vasco (más aún, de un Parlamento constituido cuando la fuerza política de ese movimiento político era ilegal) y, el segundo, encargar a dicho parlamento una tarea en una esfera, la de ‘las consecuencias del conflicto’, que de acuerdo con el guion previsto incumbiría a la relación bilateral Estado-ETA.Para GARA, la propuesta “es la excusa perfecta para que PSE y PP rechacen un ámbito extraparlamentario”.

A raíz de la transacción que Aintzane Ezenarro acordó con la mayoría de las fuerzas representadas en el Parlamento, la moción modificó su texto y el choque interno en Aralar se centró en la concordancia o no de los términos ‘ponencia abierta a las propuestas de distintos grupos políticos, instituciones y agentes sociales’ (en la resolución transaccionada) y ‘ponencia sin exclusiones’ (en la moción inicial).

Una discusión que, de primeras, parece puramente semántica. Tanto en un caso como en otro, hay que saber que es inevitable que la presencia y participación de colectivos o personas ajenas al actual Parlamento sea motivo de conflicto entre los grupos que participan de la ponencia.

Tal y como hemos dicho, ya se ha producido la expulsión de los parlamentarios. La dirección de Aralar ha dado muestra de su solidez orgánica. De entre los argumentos que han apoyado este ejercicio de poder partitocrático, he seleccionado éste: en un sistema como el que rige la política vasca, en el que la disciplina de voto es norma básica, ¿quién puede sostener que en su formación la respuesta hubiera sido diferente?. El sistema que se basa en el sometimiento de los representantes públicos a la disciplina de voto partidista no es ni legal ni legítimo. Otra cosa es que se tome por indiscutible en el marco de la cultura de partido. Esta interpretación que comento, muy propia de una mentalidad educada en el control burocrático, está haciendo mucho daño a las que deberían ser relaciones directas entre ciudadanos y representantes, a cuyo servicio deberían estar los partidos políticos.

La discusión de fondo, además, no se refiere al texto, sino a un ajuste de la correlación de fuerzas, temática principal del ‘nuevo tiempo’ del MLNV, en el que se conjugan los términos ‘acumulación’ y ‘confrontación con el estado’. Por eso, militantes de Aralar creen que hablar de desacuerdo semántico es desconocer el debate que se desarrolló en el V Congreso (celebrado en septiembre de 2011), que abrió la puerta a la ‘colaboración estratégica y táctica de la izquierda abertzale del futuro’. Según esta visión, los parlamentarios disidentes no estarían de acuerdo con la nueva dirección estratégica y táctica del partido.

En efecto, al margen de la ‘unidad ideológica’ que ambas partes no han dejado de reconocer, en el seno de Aralar se han decantado dos visiones estratégicas contrapuestas. Una primera que cree que la colaboración estratégica y táctica de toda la izquierda abertzale es posible a partir de la actual convergencia en el mismo espacio político. Otra que opina que el colectivo de la antigua Batasuna debe mostrar en el tiempo un cambio de mentalidad, que debeempezar por el respeto al pluralismo y el compromiso de abandonar actitudes antidemocráticas. La primer visión concluye que hay condiciones para un reagrupamiento. La segunda, sin embargo, que no las hay.

A la vista de la década de vida de Aralar, se puede realizar una valoración de lo que ha aportado a la llamada izquierda abertzale. Por una parte, hay logros. Es cierto que ha conseguido que, en la etapa de las ilegalizaciones, esa opción ideológica no se viera al margen de toda presencia institucional; o que ha permitido explorar un terreno de transición que ha drenado (y movilizado) fuerzas más o menos vinculadas al MLNV, pero que eran muy críticas con la violencia de ETA. Pero, por otra, la ponencia política del V Congreso no ignora que se ha producido un cierto fracaso social del partido. A la convergencia que se propone en ese documento, Aralar no va a aportar mucho enganche social. Esto puede ser debido a que Aralar ha descuidado la línea de masas, o, dicho de otro modo, la creación de capital social. Una buena parte de la sociedad vasca ya no percibe a Aralar como “un factor necesario” en la política vasca.

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