Mikel Aranburu*, miembro de Zabaltzen. (Asociación integrada en Geroa Bai)

Interesante debate que pone sobre la mesa la importancia del enfoque cuando se han de medir las diferencias entre la nueva-vieja IA y el proyecto que impulsa ZBN a través de Geroa bai. En todo caso, lo importante es que es tiempo de debate.

POR alusiones personales en relación a un escrito mío anterior, me siento obligado a responder al de José Ángel Saiz Aranguren, profesor y concejal de Bildu en Zizur. En primer lugar, me alegro sinceramente que, como signo de los nuevos tiempos tras el fin de la violencia etarra, podamos debatir con la única arma de la palabra. Todo un gran avance ético y político.
Para empezar, y hablando de colega a colega, opino que la pretensión del señor Saiz de contraponer ética y política con cierta argumentación filosófica, no deja de ser otra forma del habitual malabarismo dialéctico de la izquierda abertzale (IA) para eludir responsabilidades. Esa contraposición, llevada al extremo, podría significar una grave perversión de conceptos y valores.
Así, me parece poco honrado intelectualmente que omita la larga tradición clásica que, desde Platón y Aristóteles, hace inseparables ética y política. Este pensamiento práctico, constitutivo de Occidente y enriquecido con el cristianismo político medieval y las ideas ilustradas, sobre todo de Kant, creo que aún tiene plena vigencia y no debe ser obviado para citar solo a Spinoza y Schopenhauer. Es muy libre de elegir su guía particular de pensadores pero, para la res pública, hay otras referencias de al menos igual valor y relevancia en la historia de la filosofía. Por otro lado, resulta curioso que una de las autoridades en que apoya su argumentario sea nada menos que el españolista centralista Savater. Aplaudo, en todo caso, la apertura de mente al enemigo (¿por fin adversario?).
Desde luego soy de quienes opinan que la política es algo demasiado importante para dejarla en manos de meros gestores o administradores que cumplen unos requisitos deontológicos. ¿Dónde queda una ética política que amplíe las responsabilidades personales al espacio de lo público?
Por poner un ejemplo: en el nazismo había muchas personas normales, incluso con un comportamiento ético privado intachable, pero callaron ante las atrocidades cometidas pues, como confesaron al ser juzgadas, actuaban por obediencia al superior o por un ideal político. Esto tal vez fue un comportamiento políticamente correcto pero éticamente, estaremos de acuerdo, resulta muy reprobable. López Aranguren escribe precisamente sobre la tensión y contradicción permanentes entre ética y política, pero concluye que es un imperativo la conjunción de ambas, eso sí, sin fusión ni confusión, lo que llevaría a la negación de una por otra, es decir, o al fundamentalismo ético o al dogmatismo pragmático.
Urge, por tanto, no perder una visión antropológica de la acción, sea ética o política, sin compartimentos-estanco. La persona es una en sus diversas dimensiones, con sus contradicciones y limitaciones, y cuando actúa lo hace en todos los ámbitos tal cual es. Puestos a preferir, no me parece indiferente que quien pretenda mejorar las instituciones sea alguien que intenta también mejorarse como persona desde su moral privada. Todo servicio público ha de aspirar a ser desempeñado por quien en su vida personal procura encarnar, al menos, lo que pide a los demás y de lo cual debe dar cuenta. Es un compromiso que, ya en NaBai, llamábamos poliético.
Por último, sobre aquello en que me alude más expresamente, me parece que el señor Saiz no ha entendido o no ha querido entender mi posición. Escribí sobre la declaración de la portavoz de la IA al carácter exclusivamente religioso del perdón, y traté de explicar el origen de este siguiendo a Amelia Valcárcel, catedrática feminista y creo no muy religiosa. Ella afirma que es «la gran innovación del cristianismo, su triunfo como religión».
Por descontado, no he propuesto introducir la religión en la política como poder confesional, aunque sí opino, desde una laicidad abierta, que las religiones han de ocupar su espacio social público, si bien separado y sin imposiciones, donde hagan sus aportaciones libremente. A ver cuándo abordamos en serio y con respeto (¿quién habla de rezar de forma laica y con guitarra cinco padrenuestros?) -también desde la izquierda-, la política, la ética y la religión sin mezclarlas pero sin ocultar sus estrechas relaciones.
Lo que planteo en mi escrito no admite justificaciones falaces del tipo «en política no existe el perdón. Tampoco el arrepentimiento… algunos han sido condenados y otros han salido condecorados». ¿Y los muchos que fueron asesinados? No permitamos que se banalice así el mal. Matar, torturar o extorsionar son violaciones de los Derechos Humanos y condenables, y sus víctimas merecen igual consideración y reparación, aunque esta se haga conforme al mal sufrido. ¡He aquí la importancia de la memoria basada en la verdad!
Y para ello es ineludible el diálogo con todos/as, sin exclusiones, porque el camino de la paz y la reconciliación, como el de la justicia, que es el mismo, no se acaba nunca y nadie tiene la última palabra. Pero, por favor, partamos de unos mínimos, hoy más necesarios que nunca: no a una ética versus política, solo política con ética en toda su complejidad. De momento, queda patente por este tema la distancia que nos separa a los dos proyectos, Geroa Bai y Bildu/Amaiur, y es clarificador de cara a la sociedad y al electorado de Navarra. ¡Que cada cual saque sus conclusiones!

*Profesos de Filosofía

Un comentario en «¿Ética ‘versus’ política? A José Ángel Saiz, concejal de Bildu»

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

1 × uno =

*