Alvaro Baraibar

En 1942 se publicaba en Pamplona una novela titulada El valle perdido, de Jaime del Burgo Torres. Un aviador se estrella en un pequeño valle completamente aislado del mundo exterior, de modo que los habitantes de este recóndito lugar no se habían visto afectados por la degeneración y degradación generalizadas al otro lado de sus salvadoras montañas. Sus gentes habían mantenido inalteradas sus tradiciones y vivían en perfecta armonía. La metáfora aludía a Navarra como reserva espiritual de Occidente, garante de los valores que permitieron la resurrección de la patria en 1936.

A pesar del tiempo transcurrido hay quien parece seguir pensando en términos similares, ya sea por convicción o porque estas ideas le son útiles para transmitir su mensaje. La clasificación maniquea entre buenos y malos que insiste en negar al otro o a los otros en una sociedad plural como la nuestra es simplista y falsa. Tal vez resulte fácil hablar en esos términos cuando nos referimos a categorías abstractas (vascos/fachas), pero es más complicado hacerlo cuando se trata de personas con rostro, nombre y apellidos, cuando son nuestro vecino o amigo, un cuñado, la novia del hijo o un primo que vive en Hernani y, aunque sólo sea en la intimidad, nos vemos obligados a reconocer que nos caen bien. Es decir, cuando regresamos a la sociedad real.

Uno podría pensar que en los corrillos que se organizaron el sábado, a la salida del mitin, hubo muchos ánimos encendidos y miradas preocupadas ante la amenaza invasora de los vascos. Dentro de Baluarte, en ese pequeño valle perdido, Lapazarán quería una mano firme en Madrid; Salvador respiraba tranquilo porque veía más lejos la amenaza de la ruptura de España; y Rajoy, llamado a impulsar la ola que regenerará España, se comprometía a cerrar esa puerta abierta al contagio y a la conquista del solar navarro por los vascos que es la Transitoria Cuarta. Fuera, acabado el acto, lo que había era normalidad, ganas de tomar algo con los amigos y hasta algún comentario sobre dietas, circuitos y lo mal que últimamente estaba el Servicio (el Navarro de Salud).

Leer en Diario de Noticias de Navarra.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

4 × cinco =

*