Alvaro Baraibar
Yolanda Barcina ha sacado en campaña la eliminación de la Transitoria Cuarta. No nos engañemos, agitar el miedo a los vascos siempre ha servido para desviar la atención sobre los problemas reales y este caso no es una excepción. Aun así, es difícil entender cómo una disposición de la Constitución Española que ofrece a los navarros la posibilidad de pronunciarse sobre qué quieren ser en el futuro puede dar tanto miedo a quienes dicen ser demócratas y constitucionalistas españoles. Es difícil entender cómo el simple ejercicio democrático de la expresión de una opinión por medio de un referéndum puede quitar el sueño a quien lleva como lema electoral ese expresivo (y vacío al parecer) Habla Navarra.
Tal vez merecería la pena recordar cómo surgió esa Transitoria, al parecer una oscura herramienta en manos de «quienes siguen obsesionados por borrar de un plumazo nuestra historia», en la palabras de Barcina.
Había pensado recordar que la idea de un referéndum sobre la incorporación de Navarra a Euskadi no fue defendida en la Transición por el nacionalismo vasco, sino por la UCD de Navarra, liderada por Jaime Ignacio Del Burgo (hoy en el PP) y Jesús Aizpún (fundador de UPN). Todas las fuerzas navarras con representación parlamentaria (UCD, PSOE y PNV) consensuaron una redacción y decidieron trasladar ese mismo texto a la Constitución. Así surgió la Transitoria, con el apoyo del 100% de las fuerzas políticas navarras elegidas democráticamente.
Había pensado recordar que UPN nació como una escisión de la UCD para pedir el NO a la Constitución, pero probablemente ni una cosa ni la otra sirvan de nada. El problema es antiguo. Los regionalistas rechazan la posibilidad de una consulta en sí misma porque creen que los navarros no tienen derecho a opinar sobre la identidad de Navarra. Navarra es lo que está obligada a ser por su Historia. Como ya dijera Vázquez de Mella, hay cosas que no se pueden preguntar a la sociedad porque una generación no tiene derecho a opinar sobre lo construido por «el sufragio universal de los siglos». En definitiva, calla, Navarra, calla.